¿Recordáis aquellas bolas de pelo que dormían, comían y se esforzaban por salir de su caja y recorrer los alrededores con cautela? Bueno, se han ido, ya no están; sospecho que hace unos tres o cuatro días, mientras dormía, entraron unos duendes por la ventana y me los cambiaron por unos gatos pequeños pero completamente enloquecidos que no hacen más que corretear como locos por mi habitación, subirse a la cama y a todos los sitios que pillan, se esconden en los lugares más insospechados y buscan sitios raros para dormir. Cualquier sitio es bueno para una siesta: el recogedor, el saco de pienso, una zapatilla. Ahora hay que andar con mucho cuidado, ¡cualquier movimiento puede ser fatal! Nada de andar a oscuras, dar un paso hacia atrás o abrir y cerrar puertas y armarios sin mirar antes si hay un gato por ahí atravesado. Siempre hay alguno que las arregla para ponerse en el sitio menos oportuno.
Aparte de estar más espabilados, están sufriendo algunos cambios físicos que les dan un aspecto de lo más gracioso; el más evidente es que ya se les han despegado las orejas de la cabeza. Bueno, más bien se les han desplegado, porque son bastante grandotas en relación con el resto del cuerpo y empiezan a parecer gremlins, pero siguen estando muy guapos.
¡Esh una fieshta!
Lo que no cambia es su técnica de comunicación, siguen emitiendo un ruido único (iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii) que lo mismo significa "¿dónde está mamá, que tengo sed?", "mira qué cosas tan divertidas hago con tus zapatos" o "creo que no fue buena idea esconderme aquí debajo".
También han empezado a hacer cosas de mayores, como comer pienso sólido, beber agua y, ocasionalmente, usar el arenero de su madre. Aún se les escapa algún pis furtivo en los papeles de periódico colocados ad hoc, pero tengo que decir que son muy limpios y no hemos tenido muchas desgracias que lamentar en este aspecto.
Y en resumen, se han convertido en unos bichos de lo más divertido, y mi habitación en una especie de Port Aventura gatuno en el que practicar kung-fu, salto de longitud y deportes acuáticos. Hasta Romy se ha salido de su papel de madre abnegada y cuando cree que no la miro se dedica a dar caza a los ratones de juguete que les escondo por los rincones del cuarto para que se entretengan.
Os pongo unas fotos actuales, en un par de semanas estarán listos para adoptar, ¡ya estáis tardando!