Creo que el título de este post ya da alguna pista de a qué se dedican los churumbeles ahora que ya tienen casi dos meses y montones de energía que consumir. Pues la mayor parte del tiempo lo dedican a investigar todos y cada uno de los rincones a los que tienen acceso, y de buscar la forma de alcanzar los lugares a los que aún no llegan, que básicamente son dos: la lámpara y la barra de las cortinas. El resto, es territorio conquistado.
Como están teniendo la suerte de crecer juntos, juegan bastante entre ellos y a mí me dejan para cuando quieren probar el sabor de la carne humana o investigar hasta dónde salto cuando me intentan sacar los ojos. No es broma, parece ser que les fascina el movimiento de las pestañas, estás durmiendo y a la que te descuidas te meten un zarpazo directo a arrancártelas.
Su juego favorito es "La batalla del abismo de Helm", que consiste en que uno se sube a la cama antes que nadie, y luego se dedica a intentar que los que están trepando detrás de él se despeñen edredón abajo. Es muy importante que la batalla se desarrolle al amanecer, preferiblemente en días laborables, y con gran profusión de gritos y chillidos. Otras veces juegan a "Luz de Gas", se esconden en cualquier esquina y juegan a salir corriendo todos a la vez y cambiar de escondite sin que yo les vea. Si además me pegan un zarpazo en el tobillo de la que pasan, es bola extra; por su culpa veo gatos agazapados en todos los rincones.

Cuando miro...
Cuando no miro...
Pero no penséis que este cachondeo es a todas horas, ¿eh? No señor, las horas de juego y locura colectiva son las primeras de la noche y alrededor de las seis de la mañana. Luego se pasan todo el día durmiendo, que es cuando aprovecho para hacerles fotos con carita de buenos. Ya comen pienso sólido, pero no han dejado de mamar, y Romy sigue ahí, al pie del cañón, pegándoles algún capón pedagógico cuando se pasan de la raya y tumbándose para alimentarlos cada vez que alguno se lo pide. Por razones logísticas, ya sólo pueden mamar de dos en dos. El resto se agazapan unos contra otros y esperan a que se quede el hueco libre para reclamar su ración.
El próximo día os contaré la primera visita al veterinario, que ha sido muy emocionante. De momento, os dejo con más fotos para que comprobéis lo guapos y grandotes que están. Recordad que ya se pueden adoptar, y que si alguien quisiera llevarse a Romy junto con uno de los bebés estaría tomando la mejor decisión de su vida. Ahí lo dejo...
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