martes, 23 de junio de 2015

Soul Kitchen

Dos meses y diecisiete días. Ese es el tiempo que lleva Romy amamantando a sus cachorros, que aún la ven como un camión cisterna andante, una especie de 7-Eleven siempre abierto y disponible para satisfacer sus necesidades de leche, mimos y calorcito materno.

Feed me!

Y así de grandes se están poniendo los gatetes, entre la leche materna y el pienso que les pongo están hechos unos bestiajos. O más bien bestiajas, que hay una mayoría abrumadora de cinco hembras y un macho.

Así ve Romy a sus insaciables bebés: siempre al borde de la inanición.


En cualquier caso, los chiquillos están sanotes como robles, y han hecho muchos progresos en casa. Ya saben cazar ratoncitos de tela, perseguir pelotas (aún no la traen de vuelta, en ello estamos), trepar por las toallas que cuelgan del toallero y entrar corriendo a la bañera a lamer las gotitas que se quedan después de una ducha. También perfeccionan sus acrobacias haciendo equilibrios por el borde de la bañera. Normalmente con éxito, aunque ya he visto algún otro salto con pirueta que termina en caída de esas de tontas que tanto éxito tienen en Youtube. 

Cada vez es más difícil sacarles fotos, porque lo único que quieren es liarla parda, y en cuanto ven que me acerco cámara en mano empiezan a saltar y a hacerme monerías para que juegue con ellos. Aún así, aquí dejo alguna foto más, la pena es que no les hacen justicia.











Os recuerdo que ya están disponibles para adoptar, tanto ellos como Romy, y si tenéis cualquier consulta podéis escribir a aasuvoz@gmail.com; allí os atenderán y resolverán vuestras dudas.






jueves, 11 de junio de 2015

What's New Pussycat

De nuevo he dejado que pasen demasiados días sin actualizar, y se me acumulan las novedades sobre los gatos, ¡esto no puede ser!

A ver, lo primero: la semana pasada hicimos una excursión más allá de los confines de mi casa. Creo que a mí me hizo más ilusión que a los chiquillos, que no acababan de entender por qué los apiñaba en un transportín con lo fresquitos que estaban ellos espanzurrados en el suelo del baño. En general se portaron muy bien, no bufaron, ni mordieron, se tomaron la medicina asquerosa que les dieron con la jeringuilla y no pusieron pegas a que les examinaran para confirmar el saldo total de machos y hembras de la camada. El resultado es: dos de los naranjas son machos, y el resto todo hembras. Están todos muy bien y muy sanos, pero alguno ha resultado ser más rencoroso que sus hermanos. No diré quiénes porque no soy una chivata, pero hay dos que desde ese día salen pitando cada vez que me ven y se esconden por miedo a que los vuelva a llevar a la clínica.

La otra noticia gorda es que ya han adoptado a uno de los dos machos; el domingo por la mañana el pelirrojo que se dedica a posar panza arriba se fue con su nueva familia. Al final ese exhibicionismo suyo resultó ser la clave de su sex-appeal, y sus dueños no pudieron resistirse a esa barriga llena de manchitas. Va a tener una hermana dos años mayor, espero que se adapten pronto el uno al otro; Romy lo lleva bien, pensé que iba a ser más dramático, pero no lo ha sido por ninguna de las dos partes, el muy ingrato se dedicó a ronronear a su familia humana el mismo día de la adopción. A mí nunca me lo ha hecho. 

Por lo demás, los gatos siguen creciendo a pasos agigantados, y ya van mostrando su personalidad. Uchi y Homi son las más inquietas de todas, siempre la están liando y es difícil pillarlas en un momento de relax. En cuanto ven que me acerco con intenciones acariciantes se ponen a saltar como gamos y a jugar con mis manos, con zarpazos y mordisquitos. Eso sí, sin mala intención, es la forma que tienen los gatos de jugar. Como no quiero que se acostumbren a esto, las estoy sometiendo a una terapia de choque, que consiste en intentar achucharlas todo lo que puedo. De momento funciona, ya se están más quietas cuando les rasco las orejas; fingen que no, pero sé que les gusta. 

En guardia ante posibles caricias indeseadas

Philae es juguetona también, pero su especialidad es corretear todo el tiempo alrededor de su madre, cada vez me doy más cuenta de lo bien puesto que está su nombre. Se dedica a tirarse encima de Romy, a darle cabezazos, le muerde la cola... Es muy buena y muy dulce, y se deja sobetear sin problemas. En esto se parece mucho a Travis, la carey, que también es una enana juguetona que se deja coger sin problemas y nunca dice que no a una buena rascadita. Está atravesando la fase oral, y se dedica a chuparme las manos todo el tiempo. 

Los pelirrojos, Cardi y Neil, son más escurridizos; como saben que siempre que los cojo aprovecho para quitarles los mocos salen corriendo en cuanto ven que voy a por ellos. Yo aprovecho cuando están desprevenidos y los cojo un ratito, pero en seguida quieren jugar entre ellos o con sus juguetitos, que son todas las cosas que están a su alcance, por supuesto. Cualquier objeto que se pueda empujar, arrastrar, escalar o patear les sirve. Y para muestra un botón. Con una iluminación de mierda, pero un botón al fin y al cabo.


Marditos roedores...


Y Romy igual de buena que siempre, sigue dándoles de mamar cada vez que se lo piden, aunque ya hayan cumplido los dos meses. Además, la he visto varias veces apartarse del comedero para dejarles comer a ellos primero, para que luego digan que los gatos son egoístas. Ella con tener su ración de mimos cada vez que entra alguien a la habitación tiene suficiente. Con eso y con un rato de conversación adulta, es de las gatas más charlatanas y contestonas que he visto nunca. 

Por hoy voy a dejar de contar las monerías de mis gatos los gatos de Romy, pero pronto volveré para contaros sus nuevos logros, orgullosa como una madre en la primera función escolar de su retoño.


martes, 2 de junio de 2015

Search and Destroy

Creo que el título de este post ya da alguna pista de a qué se dedican los churumbeles ahora que ya tienen casi dos meses y montones de energía que consumir. Pues la mayor parte del tiempo lo dedican a investigar todos y cada uno de los rincones a los que tienen acceso, y de buscar la forma de alcanzar los lugares a los que aún no llegan, que básicamente son dos: la lámpara y la barra de las cortinas. El resto, es territorio conquistado.

Como están teniendo la suerte de crecer juntos, juegan bastante entre ellos y a mí me dejan para cuando quieren probar el sabor de la carne humana o investigar hasta dónde salto cuando me intentan sacar los ojos. No es broma, parece ser que les fascina el movimiento de las pestañas, estás durmiendo y a la que te descuidas te meten un zarpazo directo a arrancártelas. 

Su juego favorito es "La batalla del abismo de Helm", que consiste en que uno se sube a la cama antes que nadie, y luego se dedica a intentar que los que están trepando detrás de él se despeñen edredón abajo. Es muy importante que la batalla se desarrolle al amanecer, preferiblemente en días laborables, y con gran profusión de gritos y chillidos. Otras veces juegan a "Luz de Gas",  se esconden en cualquier esquina y juegan a salir corriendo todos a la vez y cambiar de escondite sin que yo les vea. Si además me pegan un zarpazo en el tobillo de la que pasan, es bola extra; por su culpa veo gatos agazapados en todos los rincones.


 Cuando miro...

Cuando no miro...

Pero no penséis que este cachondeo es a todas horas, ¿eh? No señor, las horas de juego y locura colectiva son las primeras de la noche y alrededor de las seis de la mañana. Luego se pasan todo el día durmiendo, que es cuando aprovecho para hacerles fotos con carita de buenos. Ya comen pienso sólido, pero no han dejado de mamar, y Romy sigue ahí, al pie del cañón, pegándoles algún capón pedagógico cuando se pasan de la raya y tumbándose para alimentarlos cada vez que alguno se lo pide. Por razones logísticas, ya sólo pueden mamar de dos en dos. El resto se agazapan unos contra otros y esperan a que se quede el hueco libre para reclamar su ración.

El próximo día os contaré la primera visita al veterinario, que ha sido muy emocionante. De momento, os dejo con más fotos para que comprobéis lo guapos y grandotes que están. Recordad que ya se pueden adoptar, y que si alguien quisiera llevarse a Romy junto con uno de los bebés estaría tomando la mejor decisión de su vida. Ahí lo dejo...





















jueves, 14 de mayo de 2015

Born to Move

¿Recordáis aquellas bolas de pelo que dormían, comían y se esforzaban por salir de su caja y recorrer los alrededores con cautela? Bueno, se han ido, ya no están; sospecho que hace unos tres o cuatro días, mientras dormía, entraron unos duendes por la ventana y me los cambiaron por unos gatos pequeños pero completamente enloquecidos que no hacen más que corretear como locos por mi habitación, subirse a la cama y a todos los sitios que pillan, se esconden en los lugares más insospechados y buscan sitios raros para dormir. Cualquier sitio es bueno para una siesta: el recogedor, el saco de pienso, una zapatilla. Ahora hay que andar con mucho cuidado, ¡cualquier movimiento puede ser fatal! Nada de andar a oscuras, dar un paso hacia atrás o abrir y cerrar puertas y armarios sin mirar antes si hay un gato por ahí atravesado. Siempre hay alguno que las arregla para ponerse en el sitio menos oportuno.

Aparte de estar más espabilados, están sufriendo algunos cambios físicos que les dan un aspecto de lo más gracioso; el más evidente es que ya se les han despegado las orejas de la cabeza. Bueno, más bien se les han desplegado, porque son bastante grandotas en relación con el resto del cuerpo y empiezan a parecer gremlins, pero siguen estando muy guapos. 

¡Esh una fieshta!

Lo que no cambia es su técnica de comunicación, siguen emitiendo un ruido único (iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii) que lo mismo significa "¿dónde está mamá, que tengo sed?", "mira qué cosas tan divertidas hago con tus zapatos" o "creo que no fue buena idea esconderme aquí debajo". 

También han empezado a hacer cosas de mayores, como comer pienso sólido, beber agua y, ocasionalmente, usar el arenero de su madre. Aún se les escapa algún pis furtivo en los papeles de periódico colocados ad hoc, pero tengo que decir que son muy limpios y no hemos tenido muchas desgracias que lamentar en este aspecto. 

Y en resumen, se han convertido en unos bichos de lo más divertido, y mi habitación en una especie de Port Aventura gatuno en el que practicar kung-fu, salto de longitud y deportes acuáticos. Hasta Romy se ha salido de su papel de madre abnegada y cuando cree que no la miro se dedica a dar caza a los ratones de juguete que les escondo por los rincones del cuarto para que se entretengan. 

Os pongo unas fotos actuales, en un par de semanas estarán listos para adoptar, ¡ya estáis tardando!






















jueves, 7 de mayo de 2015

The Kids Are Alright

Ayer los cachorros de Romy cumplieron un mes, y parece que fue ayer cuando me los trajeron. Cada día están más espabilados, algunos más que otros, y ya se les va notando que cada uno tiene su carácter.

Cada uno a lo suyo

Philae, la tricolor, es la más atrevida; fue la primera en salir de la caja, y también la primera en aprender a volver sola. Que parece una tontería, pero la primera vez que le dio por alejarse y explorar el territorio se perdió y empezó a llorar. Romy, firme defensora del método Estivill, la vigilaba de lejos y sin intervenir. Pero se pasa mal, ¿eh? Me tuve que controlar mucho para no ir corriendo a rescatarla y darle muchos besos. Philae la exploradora sigue haciendo honor a su nombre, y también ha sido la primera en descubrir la presencia de piedras en el arenero (junto con otras sustancias más...orgánicas...) y agua en la superficie del bebedero de su madre; además tomó muestras para luego desparramarlas por media habitación.

¿Haciendo cosas a espaldas de mamá?

Travis, la carey, va a su bola. También entra y sale cuando le da la gana. Se va ella sola correteando por ahí y en cuanto puede se esconde en algún rincón. Le encanta meterse dentro de mis zapatillas, en cuanto ve la oportunidad ahí está ella. Tiene pinta de ser una gran gourmet, ahora le ha dado por comerse el pienso de Romy, cada vez que pasa por delante del comedero se sirve un pequeño piscolabis. Travis ha tenido mucha suerte y ya está reservada, una amiga mía está contando los días para poder llevársela a casa.

Travis tomándose un piscolabis a escondidas de sus hermanos

Luego está el clan de los irlandeses, los tres pelirrojos. Aún no los distingo muy bien, sólo a uno de ellos que tiene una motita oscura en la nariz. A ese lo he llamado Neil, porque la primera vez que salió de la caja se puso a caminar despacito y con mucho tiento, como Armstrong en su paseo lunar. Aún no sé si son hembras o machos. Son los que más la lían, lo mismo les da por hacer lucha libre que se ponen a chapotear en el bebedero, se te revuelcan por todos lados, escalan por el edredón...

Espera a que consiga salir de aquí...

Y quedan las dos marmotillas, Uchi y Homi, los dos gris y blanco. Tampoco los distingo porque son idénticos, y lo gracioso es que no son hermanos realmente; Philae y uno de éstos son los dos hermanos huérfanos adoptados por Romy. Siempre tienen cara de recién levantados, y suelen estar hechos bolita en alguna esquina de la caja. Ahora me he acostumbrado a que lleven otro ritmo, pero confieso que hasta hace poco les daba toquecitos para saber si estaban vivos. No voy a decir que sean torpes, pero por más que lo intentan no consiguen salir por su propio pie. Uno de ellos está ahí ahí, a veces lo veo medio encaramado en el lateral de la caja, con medio cuerpo ya fuera; pero al final le puede el miedo, el vértigo o lo que sea, y recula dando maullidos de horror.

Toooodo el día durmiendo...

Falta un mes o así para que puedan darse en adopción, y con la de cosas nuevas que aprenden cada día no me extrañaría nada que sus futuros adoptantes descubriesen que el nuevo miembro de la familia es campeón mundial de ajedrez, medalla olímpica de salto de longitud o la gran promesa del alpinismo español. ¿Alguien se anima a comprobarlo?

Romy en su Día de la Marmota particular

domingo, 3 de mayo de 2015

Mamy Blue

¡¡¡Feliz día de la Madre, Romy!!!


Amada madre, en mi pecho yo llevo una flor...

Vale, puede que la señora de Peláez tenga más niños y un salón-recibidor, pero el premio a la Madre del Año está claro para quién es:

Nada limpia mejor la roña que la saliva de tu propia madre


Romy, nuestra Romy, lleva prácticamente un mes sin moverse de la caja-solución habitacional que comparte con su camada, aguantando chillidos, mordiscos y festines de sus churumbeles a horas intempestivas sin decir nada.

Debe de estar deseando que los chiquillos echen ya los dientes y empiecen a comer pienso, porque es que esto ya es un abuso; hasta hace nada se las arreglaba para que todos pudieran mamar a la vez. Al ser tan canijos cabían fácilmente todos en el hueco que va de las patas delanteras a las traseras. Se repartían bien: ocho tetas y siete gatos, pues cuatro abajo y tres arriba, en pirámide. Como en las exhibiciones de esquí acuático. Si total, no pesan.

Un momento, aquí hay dos que sobran...

Pero según van creciendo empiezan a aparecer los problemas logísticos y de espacio, todos quieren comer a la vez y no caben. En nada empezarán las luchas fratricidas tipo Juego de Tronos, ya he observado algún codazo malintencionado entre hermanos. De momento Romy mantiene la calma, la suya propia y la de esa recua de chupópteros que tiene por hijos.

En mi humilde opinión, sólo por eso se merece el premio y una ovación con todo el público en pie. 
Y una lata de paté del caro, ¡ahora mismo se la sirvo!