Hay que dedicarle a Romy el post que se merece, no he visto una gata tan buena y confiada en mi vida, no sé cómo nadie se ha fijado antes en ella para llevársela a casa.
Es una tabby pequeñita de tamaño, y de edad anda rondando el año. Tiene una cara preciosa y es muy charlatana. A veces creo que todavía se pregunta de dónde ha salido tanto cachorro, parece mirar con cara de desconcierto a los churumbeles que se ponen a llorar cada vez que se aleja de ellos para comer, usar el arenero o venir a darme conversación y a que la achuche un rato.
Porque Romy es así de sociable; parece que está deseando que llegue a casa después de todo el día fuera para desahogarse un poco conmigo. Cuando llego ella siempre está con los niños, dándoles de comer o dormitando. Me ve y empieza a maullar bajito para darme la bienvenida y recordarme que está ahí, al pie de mi cama. Le rasco la cabeza y empieza a ronronear como una loca, luego estira las patas delanteras para que se las rasque también. Y más me vale hacerlo rápido, porque como me despiste un segundo empieza a subir el tono de los maullidos hasta emitir una frecuencia que yo creía imposible en un ser vivo.
A veces este masaje craneal no es suficiente, y empieza a estirarse en su cama para que le rasque la barriga; lo malo es que esa barriga viene con siete inquilinos pegados que no dejan de mamar ni un solo segundo. Hay que pasar al plan B. Romy se levanta despacio, deja que los gatos se separen de ella suavemente y de un salto se sube a mi cama, siempre ronroneando. Hace un bailecito feliz a mi alrededor con la cola erguida y se deja querer mientras me cuenta su día. Que si estos chiquillos comen como sabañones, que no la dejan ni hacer pis tranquila, todo el día detrás de ella. Que le duele la espalda de estar ahí todo el día panza arriba, con los pechitos ofrecidos a su prole, y que menos mal que he llegado y le hago algo de caso.
Yo le digo que la he echado de menos, que ya me hubiera gustado a mí no ir a trabajar y quedarme en casa con ella y los bebés, pero alguien tiene que mantener a la familia, que el pienso y la arena no caen de los árboles. Ella me da pequeños mordisquitos en las manos, por eso de hacerse la dura, pero en realidad está encantada de que me dedique a ella, y sólo a ella, así que empieza a revolcarse por mi cama para que no me deje ni un milímetro de piel por rascar.
¿Diesel, súper o sin plomo?
Pero su instinto maternal es más fuerte, así que al cabo de un minuto o dos vuelve corriendo con su camada, empieza a repartir lametones a unos y a otros, y se vuelve a poner en posición buffet libre.
1 comentario:
Yo ya me he enamorado de Romy. si no la adopta alguien pronto se vendrá conmigo <3
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