viernes, 17 de abril de 2015

I Can See Clearly Now

Así, a lo tonto, los churumbeles tienen ya once días. Once intensos días en los que han pasado de ser unas  bolitas de pelo que reposaban en una caja forrada con mantas a ser unas bolitas de pelo que no se están quietas ni un minuto.

Mis conocimientos sobre los primeros días de vida de los gatos son bastante escasos, por no decir nulos; de hecho se reducen a esto: los gatetes recién nacidos molan y hacen "íííííííííí". Pero tengo la impresión de que hasta hace dos días los bebés no eran conscientes de que, además de con su madre, compartían habitación con otros seis mini-gatos. ¿Os he dicho que nacen con los ojos cerrados? Quiero decir, que creo que pensaban que lo único que había a su alrededor era un ser invisible y supremo, denominado "mamá", que se encargaba de alimentarlos, lavarlos y darles calor. 

La única interacción que he visto estos días entre los hermanos ha sido los ocasionales manotazos que se daban cuando los dos se encaprichaban de la misma teta y lo solucionaban como toda la vida se han solucionado estas cosas entre hermanos: a galletones. Pero claro, al ser ciegos aún, me imagino que no se daban cuenta de que era otro gato el que les apartaba del pezón materno, sino un algo desconocido del que se intentaban librar lanzando mandobles a diestro y siniestro hasta que uno de los dos acertaba y se llevaba el trofeo. 

Hace dos días empezaron a abrir los ojos poco a poco, lo que les da un aspecto bastante cómico. Algunos tienen un ojito cerrado y el otro abierto, otros los tienen a medio abrir, y los más rezagados siguen teniendo dos puntitos negros en medio de la cara. A los tres naranjas, sobre todo, les hace poner una expresión de desconcierto que da entre pena y risa. 

La consecuencia de todo esto es que se empiezan a relacionar unos con otros, se dan algún achuchón, se olisquean y se lamen unos a otros. Y lo mejor de todo, se atreven a dar algunos pasos y a moverse por su caja. Caminan de forma vacilante y moviendo la cabeza a los lados como si fueran el perro de la bandeja del coche. Es como tener una camada de gatitos borrachos deambulando cada uno por su lado. Los más valientes intentan escalar por los lados de la caja, al más puro estilo hobbit abandonando la Comarca: 



Romy y yo hemos hablado del tema y creemos que aún son pequeños para explorar los confines de mi cuarto, así que me he hecho con una caja de bordes más altos y les he chafado el plan, aunque sospecho que por poco tiempo...

No hay comentarios: